Estoy más que convencido que no existe en esta vida quien no se haya hecho estas preguntas, de una forma u otra, desde el filosófico ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi misión? ¿Para qué vivo?, hasta el simple ¿Por qué hago esto? ¿Por qué soy así? ¿Quién es mi mamá?, sin dejar de lado por supuesto el clásico ¿ser o no ser?
En lo que va de mi vida me he hecho estas preguntas, y otras más, innumerables veces y como dije antes estoy convencido que todos nos la hemos hecho también, pero una de las preguntas que más me ha rondado en la cabeza, desde que la tengo sobre los hombros y me di cuenta que no solo sirve para hacer “cabecitas” con la pelota, ha sido ¿Cuál es tu lugar en este mundo?
Durante este tiempo que llevo en este mundo y en esta vida, he buscado la respuesta a tal incógnita, a veces con mucho ahincó y otras la verdad no tanto, pero siempre buscando y buscando, pues sospechaba que algo verdaderamente importante dependía de eso.
Leí libros, converse con personas, hable con mi madre (por eso que se dice que la madre lo sabe todo de ti) y hasta contacte con los espíritus “chocarreros” para encontrar respuesta a mi pregunta, y aunque muchas de esas opiniones fueron muy orientadoras, como que no encontraba del todo la anhelada repuesta.
De lo que leí y converse aprendí cosas como que tu lugar en este mundo es hacer lo que más te gusta, es estar en el lugar donde te sientes feliz, es vivir en paz contigo mismo, etc. etc. etc. pero aun así seguía sin encontrar del todo una respuesta que satisfaga a esa “vocecita” que seguía preguntando lo mismo.
Un día (como dice Arjona… de esos en los que no hubo pasaje) se me ocurrió hacerle esta pregunta a una persona que no había tomado en cuenta, o al menos no le había prestado la atención debida, porque consideraba que no tenía la respuesta, así que esta vez dispuesto a escuchar su opinión, me pregunte a mi mismo ¿Cuál es tu lugar en este mundo?
Y esa “vocecita” que les mencionara antes, me dijo… Tu lugar en este mundo, está dentro de ti.
Yo le dije: Oh queeeee? Y luego no hablo más.
Ya con esa respuesta en la cabeza, dándome vueltas y sinceramente más confundido que antes, decidí no hacerle más “cráneo”, dejar de pensar y simplemente escuchar, así que esa “vocecita” volvió a hablar y me volvió a decir… Tu lugar en este mundo, esta dentro de ti.
Así que aproveche que la “vocecita” estaba de buen humor y antes que se le ocurra irse sin más, le hice algunas preguntas y le pedí que me explique cómo era eso de que mi lugar en este mundo está dentro de mí y en todo caso cual es mi camino, cual es mi misión, etc. y me respondió esto que comparto contigo…
Estas aquí desando ver la luz… que llevas dentro, esperando leer… lo que debes escribir, añorando la compañía… que debes ofrecer, esperando el beso… que debes dar, esperando ver… lo que debes hacer.
Todos somos parte de un mismo todo, pero sin embargo debemos ocupar nuestro lugar, tú debes tomar tu lugar en el mundo y en esta vida, el lugar que tu corazón sabe que debe ocupar, independientemente de donde te encuentres, porque estés donde estés tú eres el centro del universo como lo son todos.
¿No sabes cuál es tu lugar? ¿No sabes cuál es tu camino? Ojala que lo que yo te diga pueda ayudarte a darte cuenta que si lo sabes, porque siempre ha estado ahí.
El ave en su nido tiene muchísimas dudas acerca de si podrá volar, duda que sus alas sean lo suficientemente fuertes, duda que se abrirán a tiempo al momento del vuelo antes que su cuerpo caiga al suelo, duda de los motivos de su madre que lo alienta a lanzarse por los aires, duda incluso de la voluntad de Dios que determino que le correspondía volar, puede dudar y temer todo lo que quiera, puede incluso no querer hacerlo, pero no puede dejar de pensar en volar.
Una fiera está hecha para cazar, puede fracasar algunas veces, puede sufrir mientras aprende, pasar hambre porque no encuentra que o como cazar, puede hasta querer desistir de cazar, pero eso no cambia el hecho de que todo su ser la impulsa a cazar, y en su caza no hay crueldad solo hay acción, solo hay el cumplimiento de lo que el creador decidió para ella.
El padre y la madre de un nuevo bebe tienen dudas de su habilidad para criar a su hijo, tienen dudas de su capacidad de darle todo lo que necesite, tienen miedo de ser criticados por otros padres, pero cuando tienen a su bebe en brazos saben lo que tienen que hacer, siente que algo dentro de ellos despierta las cualidades necesarias para hacerlo, no les importa que con el tiempo las cosas puedan cambiar ellos saben bien que algo tienen que hacer, no les importa el miedo, tienen miedo porque aman con todo el corazón lo que está en “juego”, porque cuando amamos el miedo a dañar lo que está en juego es parte del juego de amar, superar el miedo y amar sin dañar es la victoria en el juego, vencer el miedo y no esperar a que no haya miedo es lo que podemos y debemos hacer.
En tu interior hay algo esperando manifestarse, algo que llenara tu corazón por completo, el hecho que lo tengas claro o no lo tengas claro no es lo importante, lo importante es que sabes que hay un lugar, una misión, un camino para ti.
Sea que te hayas dado cuenta o no, de que eso, en torno a lo que giran todos tus pensamientos, todas tus acciones, todos tus deseos… ese es tu camino, tu misión y tu lugar, eso que esperas ver hecho… hazlo, eso que esperas recibir… dalo.
No te preocupes por pensar si los demás lo van a entender, o les va a disgustar, ni siquiera si lo harás bien o mal, si el sol no alumbra la noche es porque ha tenido suficiente con alumbrar el día, si la luna no sirve de guía durante el día, es porque acompaño toda la noche al marinero, ellos no han cometido ninguna falta y tu tampoco la cometerás.
Pero si no haces lo que tu corazón te llama a hacer, no solo habrás cometido una falta sino un grave sacrilegio hacia tu principal deber, porque si no manifiestas lo que solo tú puedes manifestar, sería como si no estuvieras aquí.
No niegues del agua que tienes, no me la niegues, no se la niegues al mundo, no te la niegues tú, te esperan cosas maravillosas, tu satisfacción, tu amor, tu lugar, tu camino… Tú.
Carlos Zubiate
Carlos Zubiate