Hace unos días estuve en casa de
mi madre y entre las cosas que conversábamos o en honor a la verdad debería decir
discutíamos, porque debo reconocer que tengo la fea costumbre de entrar en discusiones
tontas e innecesarias con mi progenitora; no sé
si por algún “pendiente” de mi niño interior o simplemente porque como dice la
Chilindrina “…de la discusión nace la luz”.
El punto es que, le comentaba
sobre algo que leí alguna vez que decía “El rezar por una buena cosecha, no te libera
de sembrar”, mi madre, al oír eso, me dijo… a ver, a ver, a ver ¿cómo es eso? y
yo le respondí… claro pues “pasita” (apelativo cariñoso con el que mis hermanos
y yo nos referimos a que ya está viejita y arrugadita) el que uno rece por que
las cosas le salgan bien, no te libera de hacer las cosas. Mi madre con un
gesto muy calmado y profundo, como solo las madres pueden hacerlo, dijo… Hummmmm
MUY INTERESANTE. Y no dijo más.
Después de almorzar, de conversar
algunas otras cosas de esto y lo otro, termino la tarde. Nos despedirnos como
es debido y me dirigí a mi hogar. Montado en el respectivo transporte público sentado
en la parte de atrás. No sé exactamente si fue por eso de que uno cada año se
va acercando a los 50 (edad en la que se supone debes tener todo resuelto) o porque simplemente ese, calmado y profundo… Hummmmm
MUY INTERESANTE, se quedó en mi mente como un mensaje oculto, yo me preguntaba… ¿habré sembrado? ¿o solo me la he pasado rezando por una buena cosecha?.
Pasaron algunos días y hoy por la
mañana amanecí, como dicen los españoles… “sin un duro en el bolsillo” y me
dije… “parece que eso de que vas a llegar a los 50 con todo resuelto no va a
ser tanto así o parece que te la has pasado rezando por la cosecha y no has
sembrado mucho que digamos”.
Inmediatamente me dije… “no puede
ser, yo soy un buen tipo, siempre he compartido mi pan con los demás, siempre
he ayudado a tal y cual, siempre me he preocupado por los demás”. Pero también me
pregunte… ¿Y eso es sembrar? o es buscar aceptación, ¿Eso es sembrar? o es buscar
que te deban el favor, ¿Eso es sembrar? o jugar al “bueno”. Y sinceramente me
quede con la duda en el alma.
Con mis tribulaciones en la mente
(y en el alma) sobre siembras y cosechas, me levante de la cama y baje al
primer piso donde encontré a mi querido amigo Juan Carlos (que por cierto es el
causante de estas y muchas dudas más, que compartimos producto de interminables
tertulias) quien se disponía, junto con su hijo “Carlitos” a preparar un
delicioso… “arroz con huevo frito y papas fritas sin pelar para que sean más
nutritivas y de sabor artesanal” y me pregunto… ¿quieres un plato? y considerando
las circunstancias en las que había amanecido, respondí con un tímido… “bueno”
que no hacia otra cosa que ocultar mi hambre matutino.
Luego de compartir la mesa con
ellos, Juan Carlos me entrega parte de un dinero que
anteriormente le había prestado, Y a riesgo de sonar como tonto o estúpido exprese
un pensamiento en voz alta, dije… “Que vacan es mi vida, me levanto tarde, me
dan de comer y encima me pagan”. Mi amigo Juan Carlos me miro y me dijo… “Es
que estas cosechando lo que has sembrado”.
Carlos Zubiate