Misión cumplida...


Después de varias semanas, ocupado en varias cosas y siempre aprendiendo cosas nuevas (y otras no tan nuevas) de todo lo que me rodea, hace algunos días atrás me di tiempo, o más bien diría que el tiempo me dio a mí, un espacio para almorzar con un buen amigo, y mientras disfrutábamos del sabroso menú en un bonito restaurante, comenzamos hablando de una y otra cosa diríamos triviales, como se acostumbra en ocasiones así.


Luego de algunos minutos la conversación empezó a ponerse interesante, pues luego con un tono más maduro (ese tono que usamos para hacer sentir a nuestros amigos que nos interesan), vino la clásica pregunta mutua ¿como estas? y obviamente ambos respondimos con la clásica respuesta -Yo bien- aunque en esta ocasión la respuesta si reflejaba en verdad nuestros estados.

Ya con esa premisa, le contaba a mi buen amigo que estaba, como es mi costumbre, leyendo algunos libros y escuchando algunos audios, de temas relacionados al crecimiento personal y espiritual y sobre todo le contaba como lo estaba poniendo en práctica y los logros que estas prácticas me están dando.

El me escuchaba con mucha atención, y mientras manteníamos una “conversación alturada"  sobre el Yo, el Ser, la Espiritualidad y otras yerbas, yo me preguntaba si su atención era de pura educación o estaba esperando que me calle para hablar de otras cosas más “trascendentes”.

Fue entonces cuando él empezó a hablar y me dijo –sabes, he estado pensando últimamente, que todos tenemos una misión aunque no sepamos cual es, es mas pienso que todos tenemos una misión aunque nunca sepamos cual es esta-

Yo dije –a ver, a ver, como esta eso- yo estoy de acuerdo con eso de que todos tenemos una misión aunque no sepamos del todo cual es, pero que todos tenemos una misión aunque nunca sepamos cual es, me parece que en eso como que no hay misión.

Si, -me dijo- me he dado cuenta que aunque las personas no sepan nunca cual es o era su misión, de todas formas cumplen la misión por la que vinieron a este mundo, a esta vida. Por ejemplo –me dijo- una persona que viene a este mundo y aporta un invento, una filosofía, un legado o lo que sea, no hubiera podido hacerlo sin el hecho de que alguien antes que el viniera a este mundo para que luego pudiera venir él y antes de esa persona otra y otra y otra, y de esa forma todos cumplieron su misión que era estar aquí y hacer lo que tenían que hacer para que esa “última” persona pudiera existir y también hacer lo que tenía que hacer.

Aunque de primera impresión me parecía un trabalenguas, la idea de mi amigo me quedo muy clara, y le dije – no tienes idea de lo que me estás diciendo- pues yo más de una vez me he preguntado a que mierda se vino mi madre desde México a un país donde las cosas no le fueron del todo bien y sin embargo se quedo, según yo, a padecer.

Claro –me dijo él- ella vino a cumplir su misión de que tú estés aquí y estés haciendo lo que estás haciendo, y prosiguió, tú tampoco tienes idea de lo que me estás diciendo, pues yo también me he hecho varias veces ese tipo de preguntas sobre mi madre, y al escucharte decirlo a ti he podido decirlo yo también.

Creo que todos en algún momento nos hacemos esa pregunta –le dije a mi amigo- y que de una u otra forma nos las seguimos haciendo, estoy seguro que esas preguntas no tienen ningún sentido, pues no tienen ninguna base y solo son modelos aprendidos, incluso de nuestros mismos padres a los que escuchamos en algún momento preguntarse lo mismo de sus propios padres, pero son solo eso, modelos que repetimos en forma inconsciente como muchas otras cosas que repetimos.

Ya habiendo entendido cual era la misión de nuestros padres, y muy reconfortados con nuestras conclusiones del tema en cuestión, terminamos el almuerzo conversando algunas otras cosas por el estilo, que fueron igual de nutrientes que la comida.

Salimos del restaurante, no sin antes pagar la cuenta y dejar la respectiva propina, y nos despedimos con un apresurado, pero no por eso menos afectivo abrazo, pues debía subir de forma repentina al autobús que me llevaría con bien a mi destino (hay que ser optimista con esto del transporte público).

Sentado en el autobús, con dirección a mí casa y recordando lo interesante de la conversación, recibí este mensaje en mi celular que transcribo textualmente:

-No olvides escribir en el blog porque todo lo que conversamos está muy interesante. Probablemente mi misión no sea escribir en un blog y la tuya si-
Paul.

Carlos Zubiate