Dejarse llevar por la energía y las señales que el universo devuelve, sirve para darnos cuenta de lo que está sucediendo dentro de nosotros mismos. La vida es un gran camino lleno de estas señales, solo hay que leerlas.
La experiencia de vivir se presenta como un espejo, si frente a mi encuentro a una persona que me refleja energía negativa, tengo dos opciones: quedarme o retirarme, si me quedo es porque, de alguna forma o en algún nivel de mi ser, esa energía me pertenece y necesito de esa energía, aunque me dé cuenta que eso no me está haciendo bien lo necesito, y lo necesito por una razón, para poder detectar que me está pasando, que es lo que me resulta familiar, que me hace “bien” o me hace “mal”, comprender este doble vínculo y salirse de ahí es el reto.
La energía no sabe de razón, no sabe de análisis. La energía se siente en el cuerpo, en el alma, en el ser. Puedo racionalmente o estar con una persona hermosa por fuera, correcta en su forma de hablar, impecablemente vestida, con dinero, títulos y demás “ilusiones”, pero si su energía no me gusta, lo que sentiré en mi cuerpo, mi alma o mi ser, no será tan hermoso, correcto o impecable, ni mucho menos me importaran sus ilusiones.
La buena energía no es solo un saludo cordial, una sonrisa amable, un favor, una mirada misteriosa o un encuentro casual. La buena energía es mucho más simple, la buena energía está a flor de piel, la buena energía se siente intensamente y no da lugar a dudas, a través de un abrazo afectuoso, una sonrisa autentica, una ayuda desinteresada, una mirada profunda, un encuentro sincero.
El nivel vibratorio con el que uno camina por la vida, atrae a gente con ese mismo nivel vibratorio, es por eso que cuando uno cambia de energía, cambia el entorno y cambia de mundo. Ya no es más la misma gente, ya no son más los mismos intereses, ya no son más los mismos lugares, ya no es más siquiera la misma música, los mismos libros, las mismas películas, ya no es más la misma vida. Y esto será así sea cual sea tu nivel vibratorio.
Sentir la energía que tiene quien está enfrente, es sentir la energía que tiene uno mismo, es simplemente reconocerse en el otro, o en los otros. Si quiero dejar de atraer esa energía que no me sirve, tendré que limpiarme de emociones y pensamientos negativos, limitantes, repetitivos, familiares y fantasiosos. Tendré que eliminar patrones que amenazan con repetirse, tendré que ser otra energía.
Carlos Zubiate
