Sera o no sera...

Estoy seguro que más de una vez has tenido uno de esos días pésimos que nunca acaban.

Hace poco yo tuve uno más, primero una pelea por teléfono con la ejecutiva de la empresa de telefonía celular por unos cobros que me hicieron por un servicio que nunca pedí, un mal entendido me dijo, después un chófer de un bus que se enoja porque tiene que parar el vehículo para que pueda bajar y pretende hacerme bajar a la volada, y para terminar, de regreso, un cobrador de "combi" a quien le pido mi vuelto y me dice que no le he pagado.

Sí, estoy hablando de pequeñeces, pero ellas son las que a veces bastan para arruinarnos el día y hacernos sentir que caemos en una espiral de negatividad. ¿Te ha pasado alguna vez? ¿Y has tenido ganas de gritar y mandar a todo el mundo a la “misma misma”?

A todos nos pasa eso, nadie está libre de sentirse pisoteado, especialmente en nuestra sociedad y en la forma en que vivimos en ella, donde estamos más que acostumbraron a sobrevivir, y a que si no nos defendemos, es probable que todos pasen por encima de nosotros.

Es entonces donde aparece el dilema, porque también has tenido días en los que te has podido dar cuenta que es mejor vivir en paz y entonces comienzas a preguntarte y poner en la balanza aquella idea de ser una persona que debe defenderse, porque si te dejas sientes que el mundo te aplastará, o ser una personas que permite que las cosas fluyan y que todo caiga por u propio peso. Y te das cuenta que ninguno de las dos se siente como la correcta.

Sin embargo sientes que debes ser uno de los dos: eres de los que viven defendiéndose de quien se les cruce y logran todo a través de imponerse, o eres de los que dejan que todo fluya y nada consiguen. ¿No será que simplemente somos los dos?

Carlos Zubiate