A quién no le asaltan las dudas a
pesar de tener la firme seguridad de estar en buen camino, a pesar de sentir
que con mucho esfuerzo y paso a paso alcanzamos nuestras metas y con mucho más
esfuerzo superamos las “pruebas” del destino.
No se trata de metas, pruebas del
destino ni de juegos mentales que nos confunden, simplemente son las dudas
naturales, los condicionamientos adquiridos desde niños, los pasos que debemos
dar.
Tenemos mucha información
negativa en el subconsciente y cuando se intenta cambiar por otra que las
contradicen completamente, aparece una especie de perro bravo que nos ladra como
a un extraño y nos hace dudar de seguir dando pasos para avanzar y por el
contrario nos hace dar pasos hacia atrás.
Pero estos pasos en la vida real
no solo nos hacen ir hacia atrás, nos hacen pensar que “avanzo un paso y retrocedo
dos”, y esto siempre sucede en aquellos momentos importantes en los que van a
suceder verdaderos cambios.
Al igual que el momento más
oscuro de la noche precede la salida del sol, el sentirse paralizado y sin
poder dar paso es la antesala de un gran paso; y es en ese momento cuando nos surgen
tantas dudas, porque la mente se siente amenazada por el “paso” que pretendes dar.
El paso que pretendes dar no es otra cosa que “un nuevo concepto de vida”, una
nueva idea y que está a punto de hacerte avanzar. Pero que, al contrario de lo que se cree, es inevitable
detenerse, retroceder un paso y avanzar. Si entendemos esto de esta forma, será
mucho más fácil avanzar.
Pongamos un ejemplo...
Pon dos dedos sobre la mesa como si
tus dedos fueran tus piernas, da un paso y retrocede dos con la intención de
avanzar; podrás darte cuenta que no avanzas. Si por el contrario pones los
dedos sobre la mesa y retrocedes un paso y avanzas dos, podrás darte cuenta que
si avanzas.
En la mente ocurre algo parecido,
pretender dar un paso hacia adelante, sin antes haber dado un paso hacia atrás,
nos hace retroceder; dicho de otra forma, si queremos poner una nueva idea en
nuestra mente; es necesario primero volver a la anterior para revisarla y poderla
reemplazar. De lo contrario estando parados en la nueva idea tendremos que
retroceder ese paso y retroceder otro más hasta donde estaba la idea anterior.
Pero si sabes lo que tienes que
hacer, si sabes lo que sucede, si eres consciente del “perro bravo” que te hace que avances un paso y
retrocedas dos, podrás sentir que “retrocedes un paso y avanzas dos”.
Luchar contra ese perro bravo no
es necesario, la forma correcta de “luchar” con él es precisamente "no
luchar". No te pongas en guardia porque no es necesario. Simplemente
tienes que retroceder un paso y los demás vendrán solos. No luchas, entiendes, cambias
y avanzas.
Las creencias y las costumbres
son difíciles de cambiar, pero no es imposible. Es importante entender que nos
ocurre y las trampas mentales a las que nos podemos enfrentar cuando damos el paso
a cosas nuevas.
Párate y piensa que se trata
solamente de una jugada de la mente, pero solo tú decides tus pasos, pasos y más pasos...
Carlos Zubiate